Territorio Comcaac:
Patrimonio biocultural
de un pueblo cantor
Por Jesús Ernesto
Ogarrio Huitrón
.
Cuando se habla o
se escribe acerca de patrimonio biocultural, y la reflexión intenta ser más
significativa en la época de la crisis civilizatoria, es justificable decir que
todo el planeta es el patrimonio biocultural de la humanidad. Una definición
así, para la construcción de una nueva conciencia a cerca del territorio
global, donde los saberes milenarios de los pueblos indígenas, ayuden más, que
las eutopías del desarrollo y la modernización, a cumplir aquel viejo sueño del
bien común y revertir el deterioro social.
Dejando
un poco aquel viejo sueño, el tema de los bienes naturales y el patrimonio
cultural en su diversidad de recursos, prácticas y cosmovisiones, puede ser
entendido bajo las características conceptuales de patrimonio biocultural. No
obstante, para enriquecer y profundizar en el concepto, el factor territorial
como un espacio de análisis, es una herramienta fundamental para entender la
naturaleza de las identidades colectivas. Observar al territorio como el
espacio de esas identidades, en donde se construyen sentidos, y el orden de
significados contenidos en las lenguas indígenas, como complejos sistemas
simbólicos basados en la tradición milenaria de la oralidad.
Para
dar un buen ejemplo, a propósito del título del presente artículo, la tradición
lírica del cmiique iitom o lengua Comcaac, su expresión verbal, el canto, va
más allá de las formas convencionales de apropiación social de la naturaleza,
ésta es, una forma de comunicarse con las plantas, los vientos y las aves, de
navegar los mares y las estrellas, de curar enfermos, de cazar animales, de
celebrar la vida y el amor, de cantar y contar batallas y mitos, es el eco de
la voz de sus ancestros.
La
región biocultural donde se ubica el territorio Comcaac, pertenece a la zona árida de Sonora, distribuidos en los
asentamientos de Punta Chueca, municipio de Hermosillo y Desemboque, municipio
de Pitiquito. Mar y desierto conforman sus dominios, 211 000 ha ., en
territorio continental y la Isla del Tiburón, y aproximadamente cuentan con 100 Km . de litoral marino en
el Canal del Infiernillo.
Su
historia, una lucha territorial de gran significado, su primer encuentro con la Compañía de Jesús (s.
XVII), fue el punto de inflexión en la forma de entender sus dominios. Bajo la
lógica territorial de las antiguas bandas Comcaac, la lucha y resistencia
frente al nuevo invasor, fue la defensa de su forma de vida trashumante en
oposición a la tradición urbana románica de los jesuitas del mediterráneo. El
agravio a su territorio, significó un agravio a su identidad, y a partir de la
invasión jesuita, los levantamientos armados han sido parte de su historia,
donde la desventaja numérica nunca se convirtió en un factor para abandonar la
lucha.
Para el
siglo XIX el desarrollo de ranchos agrícolas, y la fundación de la ciudad de
Hermosillo, trajeron consigo grandes transformaciones territoriales. Los Comcaac
fueron desplazados de sus antiguos dominios. Ya a principios del siglo XX, el desarrollo
agrícola capitalista, traía consigo la tecnología para adaptar los suelos e
incrementar la productividad de la tierra, lo que significó el comienzo del
despojo de grandes extensiones de territorios sagrados. Frente a estos hechos
los Comcaac, reaccionaron aguerridamente arremetiendo contra los ranchos. Lo
cual desató la última oleada de exterminio oficial, donde se brindó apoyo militar
a los rancheros de Sonora, y así poner un alto final a la resistencia indígena,
dejando pocos sobrevivientes.
Y fue
hasta 1970 cuando el entonces Presidente Luis Echeverria, les reconoce como
propietarios, de una de parte de su antiguo territorio, y en 1975 se les da la
concesión de la Isla de Tiburón como propiedad comunal. El territorio entendido
ahora, como reserva natural y refugio de la fauna silvestre y aves migratorias.
Los Comcaac hasta la fecha preservan sus actividades tradicionales de la pesca
y la cacería, no obstante, bajo el régimen y legislación institucional. Dichas
actividades se han resignificado a partir del factor mercantilista y la
tecnificación y modernización de las prácticas de extracción de bienes
naturales. Los Comcaac de hoy han desarrollado un complejo orden de adaptación
a las normas y prácticas propias del modelo desarrollista. La complejidad de su
cultura y tradiciones, en un proceso de cambio y continuidad, se convierten en
un tema para el debate en diversos planos de análisis.
Pese a
la parcial extinción de un pueblo milenario, la defensa histórica del territorio
Comcaac, adquiere un poderoso valor simbólico cuando las identidades y formas
de vida se ven agraviadas en su esencia más profunda. Luchan cuando ven en
peligro, no sólo sus formas y medios de subsistencia, sino su base, el origen
cósmico de su cultura, de su territorio, de ese complejo sistema de
conocimientos y creencias. En su lengua está su saber, pero también en los
espacios, conocimientos situados en lugares mágicos, en donde hay sabiduría, en
donde hay refugio, en donde hay cantos. La construcción de sentidos a través
del lenguaje, las prácticas y conocimientos desarrollados a partir del
territorio son formas de vivir y entender la vida, y que con el paso del tiempo
adquieren un poderoso valor simbólico.
La
noción de territorio intenta superar el carácter discursivo del concepto de
patrimonio biocultural que se construye bajo los criterios de la vida silvestre
y de las culturas ancestrales, si bien ha obtenido pequeños avances en materia
de conservación ambiental, actualmente en México, es una verdad ecológica y
socialmente incomoda, el incremento de profundas reformas políticas y
estructurales. El expansionismo territorial del capital está extendiendo sus
dominios hacia aquellos pueblos y espacios socialmente significados donde
abundan las tierras fértiles y la diversidad cultural.
Detrás
del patrimonio biocultural del pueblo Comcaac, hay una larga historia de luchas
y resistencias en disputa por su territorio. Luchas y resistencias que valdría
la pena nunca olvidar. Elementos del pasado y su valor significativo en la
defensa de los territorios y de la dignidad de los pueblos para hacer frente a
los retos de hoy, para su conservación práctica en la reproducción de la vida.
Las nuevas territorialidades emergen de nuevos agravios para enfrentar a las
empresas y gobiernos contra el impulso de fuertes procesos de acumulación y
despojo.
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