viernes, 31 de enero de 2014

Modernidad y desarrollo: Indígenas y sujetos de pensamiento

Modernidad y desarrollo:
Indígenas y sujetos de pensamiento







Por Jesús  Ernesto Ogarrio Huitrón


Introducción

De acuerdo al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española la palabra sujeto, es un concepto que puede abarcar múltiples funciones según su uso dentro de la lengua, en éste trabajo será utilizado desde su variedad de significados en el plano lingüístico, social y ontológico. Entendiendo al sujeto como un ente social expuesto o propenso a algo, por ejemplo a cambios profundos en sus estructuras organizativas y formas de vida a través de la historia. El sujeto entendido como el propio espíritu humano, considerado en oposición al mundo externo, en cualquiera de las relaciones de sensibilidad o de conocimiento, y también en oposición así mismo como término de conciencia.[1] El espíritu y conciencia de los sujetos como memoria histórica de su identidad, de su resistencia, pero también de sus estrategias de adaptación y mutación social para vivir y sobrevivir a los cambios históricos en su interacción con otros sujetos.
          En el presente ensayo se enfoca en los conceptos de sujeto y desarrollo, contenidos en el proceso de civilización y modernización que durante los últimos siglos ha transformado las raíces intersubjetivas de pueblos enteros. Hoy los frutos del desarrollo dejan un sabor amargo en las bocas, a veces no dejan nada en el estomago. Las mentes y corazones de los pueblos colonizados fueron campo de cultivo para una forma de vivir y de pensar que los colocaba en un plano inferior de existencia.
La sujeción a los antiguos patrones del pensamiento tuvo que adaptarse y resignificarse a las nuevas y colonizantes formas de sujeción del pensar y del propio sentir. El ejemplo de las transformaciones del pueblo Comcaac, es útil en el texto para poder entender que la colonización del pensamiento en America, es un proceso complejo y vigente que ha tenido múltiples matices y contrastes según el contexto histórico y social. La modernización y el desarrollo de un antiguo pueblo nómada, sus contradicciones, el factor del racismo y la pobreza como una sentencia desde el exterior. Los sujetos y actores de cambio inmersos en un proceso constante de resignificación, y adaptación estructural en relación al proceso de cambio social. Reflexiones y propuestas alternativas al desarrollo occidental, reconstrucción y resignificación de un proyecto de vida universal.      


Modernidad y desarrollo:
El poder de las palabras en la acción transformadora

En las ciencias sociales la noción de sujeto también refiere a aquel humano moderno, que desde hace al menos trescientos años forma parte de un proceso de civilización, basado en la ruptura con el pasado, con la tradición, con las costumbres y creencias. En este apartado se trabajan los conceptos y  usos históricos de las palabras modernidad y desarrollo, entendidas y vividas por grupos y sujetos sociales en oposición intersubjetiva. Distintos modos de ver el pasado ancestral y el mundo moderno, la fuerza del desarrollo como un proceso histórico que en sus transformaciones genera tensiones y resistencias, ante una sola forma de  ver y entender al mundo.

“El logos divino que penetra la visión premoderna queda substituido por la impersonalidad de la ley científica, pero también al mismo tiempo, por el yo del sujeto; el conocimiento del hombre se separa del conocimiento de la naturaleza, así como la acción se distingue de la estructura.” [2]

En la historia de las ideas y de los sujetos, la Europa Occidental del siglo XVI se convierte en el crisol histórico para la aparición del hombre nuevo del Renacimiento, el cual descubre una nueva dignidad, con la que podría llegar la reconfiguración y reconstrucción de si mismo, a través del ejercicio de su libertad individual. En esta nueva libertad, el hombre deja de formar parte de la naturaleza, rompe el cordón umbilical con la madre tierra para poder someterla y crear un mundo inventado por los nuevos ideales de la modernización y la civilización occidental.
Con la modernidad vino el desarrollo, el cual se entendía como sinónimo de evolución durante el siglo XVIII, bajo los principios de crecimiento económico y social. Durante el llamado Siglo de las Luces XVIII, el ideal de los modernos se nutre de sentido con el movimiento intelectual de la Ilustración y la racionalidad instrumental. Los elementos que le otorgan al humano moderno y secular, la capacidad de emancipación y ruptura tacita con su pasado tradicional. Sin embargo, ésta ruptura no se va a dar sin el dominio de otros hombres,  sobre todo  a aquellos que quedan fuera de los procesos del conocimiento derivados de la racionalidad y la civilización occidental.
La modernidad adquiere un potencial inimaginable para el europeo medieval, con el pensamiento racional se inventan nuevos sentidos en la cultura occidental, y a su vez obtiene el papel protagónico en escenario del Nuevo Mundo. [3] Desde Europa se impulsó un nuevo pensamiento, capaz de dominar la construcción simbólica del mundo, y reconfigurar los mapas mentales y geográficos de las colonias occidentales en África, Asía y América. La conquista de America significó la confrontación tacita de imaginarios sociales totalmente opuestos, donde las formas de vida tradicional de los pueblos indígenas fueron desdeñadas y estigmatizadas.
El papel de los sujetos y sujetas nativos del Continente Americano, cambiaría radicalmente de sentido por la irrupción violenta de otras formas de vivir y de pensar. Hombres y mujeres nativos del continente, tuvieron que sujetarse ante los nuevos cambios del mundo intersubjetivo, que con el peso de la historia llegó a colocarse sobre suelos, pueblos, e imaginarios precolombinos. La negación a la sujeción, y la resistencia a la invasión colonial conllevó al extermino de pueblos enteros a través de la guerra. Frente a estos mecanismos genocidas, la Corona Española implemento una política de protección y tutela de indios, especialmente en la zona que antiguamente conformaba Mesoamérica.[4]
 La modernidad en relación con el colonialismo establece una visión eurocentrica de la producción y control de las relaciones intersubjetivas. La noción de raza cobra gran fuerza, con la idea de la supremacía europea sobre lo indígena. Más allá de un proyecto en específico, el desarrollo aparece como una categoría descriptiva de la economía en relación a la expansión capitalista y del poder global.[5] La distinción de raza y la taxonomía social de la colonia, marcaron profundamente la visión que los pueblos tenían de si mismos. Y con ello permitió la consolidación del domino estructural europeo, con la clasificación social y jerárquica de la población mundial. La modernidad es concebida como un proyecto de progreso social, donde lo tradicional y lo indígena excluido y estigmatizado por el nuevo patrón global de poder: el desarrollo.
La influencia de los procesos de modernización y la ruptura con las formas tradicional de vida, se convirtieron en una fuerza social de gran importancia para la transformación de las culturas. Para el siglo XIX la carga epistemológica del liberalismo económico, y de la industrialización le dotaron de un mayor contenido semántico al discurso del desarrollo. La constitución histórica del concepto de desarrollo, ha servido como un instrumento de clasificación, exclusión y estigmatización social. El desarrollo como expresión de un patrón estructural de poder especifico de la modernidad. Por lo tanto, la modernidad trae consigo la transformación radical de estructuras intersubjetivas los mundos de vida, lo que significo que la colonización en América serviría como un punto de inflexión en el patrón global del poder, a partir del dominio del pensamiento y la acción.[6]
Según Arturo Escobar, el concepto de desarrollo moderno tiene implicaciones político-ideológicas. Como se ha observado a lo largo de este apartado a lo largo del aparatado, la modernidad implica la aparición de conceptos estigmatizantes, como el de raza y civilización. El autor señala que el reduccionismo economicista es una herramienta más del proceso de subordinación, ante el ethos capitalista. Una subordinación cultural y cognitiva, la transformación intersubjetiva de la sociedad bajo los principios occidentales de la satisfacción material e individual. [7]  
Para Esteva, el fenómeno del desarrollo se ha convertido en un mito sagrado y doctrinario. Donde un grupo cuasi religioso describe las condiciones ideales de la vida social y las dicta como un mandato universal. Un proyecto de vida, de pensamiento, pero también de un mundo homogéneo, con la negación del otro como fundamento de su expansión única. Ante el desencanto y la inconformidad social que trae consigo dicho fenómeno, el autor señala que el desarrollo es asumido como un vector emocional más que un termino cognitivo, ya que las implicaciones para llegar a este representan el sacrificio de culturas y ecosistemas.[8] Las brechas abismales entre ricos y pobres son dilatadas por el desarrollo y el subdesarrollo, por las políticas económicas y la exclusión social.   
Para Andréu Viola variedad de interpretaciones del concepto de desarrollo son indicadores del fracaso de los proyectos y políticas de transición social. De todas las interpretaciones históricas del desarrollo el aumento en la calidad de vida de algunas sociedades es en detrimento de otras sociedades y del propio medio ambiente. Un paradigma construido a partir de dogmas y prejuicios dentro de su propio discurso eurocentrico. [9]
La diversificación y mutación del concepto de desarrollo como parte del proyecto civilizatorio universal, tiene un poderosos alcance significativo para aquellos pueblos que han sido sometidos por el yugo colonial. Asumir en algunos casos, su inferioridad medida en variables económicas, los ha condenado estructuralmente a seguir modelos externos de desarrollo y de calidad de vida. La colonialidad del pensamiento y de los ideales de vida, han tenido repercusiones negativas en la mayorías campesinas e indígenas, muchas de ellas sumergidas en la pobreza y la hambruna.
No obstante, las formas de vida premodernas siguen vigentes en la sociedad latinoamericana, arrastradas por la inercia del modelo desarrollista, resisten y se adaptan con la fuerza de su identidad, se transforman, se resimbolizan y encuentran un nuevo significado en la lucha por sus derechos. El poder de las palabras crece y disminuye en una paradoja de significados y proyectos de vida.


El pueblo Comcaac:
Modernidad y colonialismo

Los pueblos en resistencia histórica frente al colonialismo, vieron una reducción significativa de su población ante las guerras de invasión. Muchas de ellas quedaron sin la posibilidad de elegir otro rumbo dentro de las sociedades colonizadas. El sometimiento social e ideológico fue el destino de la mayoría. El trabajo intersubjetivo depositado en la re-construcción simbólica de sus patrones de pensamiento durante cinco siglos (otros menos), contienen el lastre histórico de la negación del otro. La visión determinante para la constante reconfiguración de las sociedades colonizadas. El racismo constituyo la base para que la Corona Española estableciera su dominio por gran parte del continente americano. Las distinciones de raza y clase quedaron fuertemente arraigadas en imaginario social de los mexicanos, sin embargo, la visión colonizante del pensamiento siempre se ha encontrado con la resistencia.
Ante la marginación y el exterminio, siempre hubo feroces resistencias frente a estas decisiones políticas, principalmente al norte y al sureste del país. Territorios, formas de vida, y preservación de sus lenguas, fueron la base ideológica de las rebeliones de indios. La imposición violenta de un modelo civilizatorio no correspondiente cultural, ni socialmente a pueblos con valores y aspiraciones de vida radicalmente distintos al vertiginoso proceso de modernización, siempre encontró oposición social.[10] 
          En la historia reciente del pueblo Comcaac, se pueden observar las tensiones y resistencias de la identidad profunda en opsición a la invasión territorial  e ideológica de sus formas de vida  tradicional y reproducción social. El encuentro de dos culturas ideológicamente opuestas, con formas y patrones de vida radicalmente opuestos. Unidos por el momento histórico de expansión colonial, un choque violento marcado por las diferencias de raza y cultura.
Mejor conocidos como Seris, los Comcaac gozan de un amplio territorio con grandes riquezas naturales, tanto marinas como terrestres; flora y fauna se combinan con una tradición milenaria de saberes y practicas. Mar y desierto conforman sus dominios, 211 000 ha de masa continental y las islas del Tiburón (Hant-hamoiij) y San Esteban (Coftéecöl). Aproximadamente cuentan con 100 Km. de litoral marino en el Canal del Infiernillo (Xepe Coosot), formando parte de su patrimonio territorial.
El contacto con los colonos comenzó cuando la Compañía de Jesús extendió sus misiones al norte del país, las cuales iniciaron su fundación a partir de 1619. Y fue hasta 1653 que entraron en contacto con los Comcaac, surgiendo así los primeros enfrentamientos. La incipiente, pero pacifica expansión de las misiones jesuitas fue encabezada por el Padre Eusebio Francisco Kino, quien llevó a la Compañía de Jesús a conquistar un  amplio territorio de casi 200 leguas, hasta lograr establecer múltiples asentamientos en el desierto de Sonora. [11]
Para los años ochenta del siglo XVII, los problemas comenzaron cuando los apaches cruzaron por la frontera norte del estado, en la búsqueda de mejores condiciones para vivir, lo que ocasionó múltiples choques con los colonos sonorenses. Estos encuentros se fueron incrementando en número y en violencia, en forma de rebeliones completas. Frente a esta situación hubo múltiples solicitudes por parte de los misioneros, hacia la capital, de más apoyo militar, pero sus demandas fueron medianamente atendidas, y fue hasta 1691, que se termino la construcción de un pequeño presidio militar al noroeste de Sonora para el control de los rebeldes, a los cuales ya se les habían sumado los Pimas y Seris.
Tras la muerte de Kino en 1711, muchas misiones fueron abandonadas y  hasta 1720, se emprendió el reestablecimiento de estos asentamientos religiosos. No obstante, los problemas con los Comcaac no cesaron por su resistencia a establecerse de forma sedentaria en pueblos designados por los jesuitas. Su tradición viajera los llevaba de regreso a playas, desiertos y montañas para continuar su vida en armonía con los ciclos de la naturaleza. Abandonar su forma de vida nómada representaba vulnerabilidad frente a sus enemigos locales, ya que los Seris encontraban refugio en las cuevas y montañas de su territorio. Hecho que representó un problema para reducir, congregar y adoctrinar al pueblo Comcaac.
A pesar de la insistencia de los misioneros, las grandes distancias de los inhóspitos mares y desiertos del noroeste de la Nueva España,  se convirtieron en un elemento determinante para la deserción religiosa. Los factores geográficos y climáticos jugaron un papel importante para la deserción de las expediciones virreinales. Con la expulsión de la Compañía de Jesús de los territorios bajo la jurisdicción de la Corona Española en 1767, se detuvo parcialmente la persecución y despojo de los pueblos indígenas del norte.



Desarrollo desde el no desarrollo

A mediados del siglo XIX, la influencia del Positivismo en America Latina detonó un agresivo proceso de occidentalización en oposición al atraso que significan las sociedades tradicionales, principalmente las de herencia indígena. Lo indígena no solo representaba el atraso social,  también era un obstáculo para el propio desarrollo nacional. Las propiedades colectivas fueron divididas para dar paso a la propiedad privada, una de las concepciones esenciales de la economía liberal.
La oposición entre civilización y barbarie se manifestó en políticas para integrar a los pueblos indígenas a la cultura moderna. La aculturación de las sociedades tradicionales fue un principio indispensable para el blanqueamiento de la población, y en su versión más extrema se recurrió al exterminio físico mediante expediciones miliares. Las inversiones y desplazamientos de capital social y económico durante el régimen de Porfirio Díaz, llegaron hasta el norte del país, junto con las políticas de desarrollo basadas en el positivismo científico.
La modernización la zona norte de país incentivó el crecimiento de  los ranchos agrícolas y el modelo de desarrollo nacional condujo a los nuevos colonos a la fundación de la ciudad de Hermosillo. Con ello, grandes transformaciones en la estructura social y territorial de los Comcaac, ya que fueron desplazados de sus antiguos territorios. Para los nuevos colonos, la presencia de estos grupos nómadas representaba incertidumbre para el desarrollo y expansión de sus dominios, obtenidos a partir de la invasión. Para inicios del siglo XX, el desarrollo agrícola capitalista, traía consigo la tecnología para adaptar los suelos, e incrementar la productividad de éstos, lo que significó el comienzo del despojo de grandes extensiones territoriales, considerados lugares sagrados para las tribus del desierto.
Para enfrentar estos hechos los la tribus del norte reaccionaron aguerridamente arremetiendo contra los ranchos, asesinando y robándose al ganado. Lo cual desató la última oleada de extermino oficial, el gobernador del estado apoyó militarmente a los rancheros de Sonora, para poner un alto definitivo a los verdaderos dueños del territorio en disputa, tras una incursión militar a la Isla del Tiburón donde se refugiaban los Comcaac, dejando solo algunos cientos con vida. “A la intervención militar y de exterminio se le sumaron las enfermedades y epidemias de los blancos, en contra de las cuales la medicina tradicional no podía hacer mucho”. [12]
La gran necesidad de los sobrevivientes del último intento de exterminio, vino de la mano con los cambios más grandes que sufriría en su estructura social, el pueblo Comcaac. Para adaptase a la dinámica capitalista del México posrevolucionario y sobrevivir con la significativa reducción de su territorio, tuvieron que adaptarse y cambiar su forma de vida tradicional. Durante la segunda década del siglo XX, la sociedad Comcaac ya estaba al borde de la extinción. La pérdida de su territorio redujo sus posibilidades de vida y la desarticulación de su organización nomádica. Era necesario desarrollar nuevas estrategias para sobrevivir a este ambiente de transformación que cada vez los empujaba más a abandonar su forma de vida tradicional.
La existencia de dos sistemas económicos radicalmente distintos, uno de sobrevivencia y el otro de acumulación, carecía de las herramientas organizativas e ideológicas para su desarrollo y poco a poco uno fue imponiéndose sobre el otro. Los primeros contactos comerciales se comenzaron a hacer en esta época a manera del tradicional trueque, pero en este punto de su historia los intercambios consistían en alimentos y ropas modernas por pescado, y gradualmente les fueron pagando sus productos del mar con dinero. Es decir que durante su incipiente transición económica pudieron combinar las actividades de mercado con sus actividades de sobrevivencia tradicional.
Con la explotación comercial de sus recursos naturales llegó el uso del dinero y con ello los problemas de distribución del capital. La ley de las ventajas comparativas los dejaba fuera de la competitividad, los que se llevaban las altas ganancias, eran los intermediarios quienes asignaban los precios a la producción pesquera. En consecuencia, y ante la necesidad de satisfacer sus nuevas necesidades básicas, la sobreexplotación de sus recursos fue deteriorando los ciclos de vida de muchas especies y poniendo en peligro a muchas otras.
Su vida sustentable y socialmente recíproca fue sustituida por mecanismos de producción, de consumo y de mercado, simétricamente desiguales en relación con los dueños del capital. Lo que implicó que ellos mismos se trasformaran en trabajadores generadores de plusvalor, a partir de la explotación de sus recursos naturales. Su integración a la economía de mercado no parecía muy prometedora, los vicios y contradicciones del sistema económico, han condenado a la pobreza a la mayor parte de su población. Quienes habían pasado los últimos siglos disfrutando de la abundancia de su antiguo territorio, ahora sufren las mismas carencias y marginación que gran parte de los pueblos originarios de America Latina.
Para la década de los cincuenta la problemática social, consecuencia de su transformación económica, había llevado sus contradicciones al punto de agotar en muy pocos años los recursos marinos por la sobreexplotación. Hubo una considerable reducción en la actividad pesquera, lo que represento problemas de pobreza y escasez, a los cuales nunca se habían enfrentado.
Después de una década de estancamiento económico derivado de la problemática ambiental que redujo en volumen la oferta de productos marinos,  era necesario frenar tal situación. Durante esta época los Comcaac habían generado una fuerte dependencia alimentaria –la cual comenzó años atrás,  hacia los productos traídos de afuera, el café, azúcar, la carne de res y de caballo, el huevo y el aceite así como de algunas legumbres y verduras, mismos se habían convertido en productos de primera necesidad para la comunidad.
En la teoría de la dependencia Cristóbal Kay Señala que el colonialismo interno, es la continuidad histórica de la problemática indígena. Los mecanismos internos de opresión y explotación son parte esencial de la integración subordinada de los indígenas al sistema capitalista nacional y mundial. Integrados a la dinámica del mercado y discriminados racial y culturalmente. La integración de los pueblos indígenas es de forma retórica y discursiva, en la practica son discriminados de manera tacita en las actividades sociales, políticas y económicas del Estado moderno. [13]
Durante la segunda mitad del siglo XX las prácticas ancestrales de la caza y la recolección de alimentos habían sido abandonadas casi por completo al haberse establecido de forma sedentaria. No obstante, la creatividad y el ingenio de los Comcaac los coloca de nuevo en la escena mundial del intercambio comercial. Durante los años sesenta, un grupo de artesanos comenzaron a trabajar el tallado de figuras de palo fierro con la técnica ancestral del tallado de rocas. Arte principalmente inspirado en los animales sagrados, éstas refinadas obras les dieron prestigio en el mercado artesanal, actividad que se convirtió en una fuente de ingresos importante para la comunidad.
El desarrollo occidental también llegó a la comunidad Comcaac, como resultado del proceso de inserción al sistema educativo de corte positivista y nacionalista, que queda fuera de toda concordancia con los conocimientos y saberes tradiciones y locales. El elevado índice de analfabetismo en los adultos se convierte en un grave problema social cuando además se abandonan e ignoran las prácticas culturales y laborales tradicionales. Por lo tanto se puede observar que las adaptaciones al desarrollo moderno, entran en crisis cuando en tal proceso las formas culturales tradicionales y las modernas del conocimiento  que son aplicadas las dinámicas del ambientalismo político entran en una praxis contradictoria. Lo que genera graves condiciones pobreza y problemáticas ambientales, como el de la mórbida acumulación de basura en zonas ecológicamente protegidas.
Los Comcaac de hoy ven televisión por satélite, cada hogar por humilde que sea cuenta con un sistema de recepción. Muchos jóvenes se han acoplado a las telecomunicaciones, y a pesar de que dentro del territorio no hay señal telefónica, sus dispositivos son perfectos accesorios para portar su música favorita, así como para tomar fotografías. Hasta ahora no hay líneas telefónicas, ni redes públicas de Internet, al parecer la escuela y la casa de gobierno cuentan con una leve conexión satelital, pero en realidad es poca y limitada la tecnología que operan actualmente los Seris. En cuanto a las comunicaciones terrestres, hoy en día existe una carretera Federal que llega hasta la entrada del pueblo, la cual fue inaugurada hace apenas un  par de años.
El breve recorrido histórico de los conflictos y contradicciones de la modernidad y sus procesos de aculturación y transformación social, tienen una huella de significados en la memoria y aspiraciones de muchos pueblos indígenas. En el México del siglo XXI se encuentran hoy hombres y mujeres sujetos a un proceso de modernización basado en la industrialización y urbanización, un fenómeno que repercute directamente en las sociedades tradicionales, principalmente las de talante campesino.[14] Formas y mundos de vida en la diversidad étnica y lingüística, mezcladas y transformadas desde la Colonia en los múltiples procesos sociales, y políticos dentro de la vorágine de la modernidad, como es el caso del pueblo Comcaac.


El Buen Vivir:
Alternativas desde el saber indígena

El progreso y desarrollo en detrimento de las sociedades y pueblos originarios trasforma gradualmente su forma tradicional de vida y sus patrones de pensamiento. Luchan por sobrevivir y poder re-crearse dentro de los múltiples procesos de transformación social, para integrarse a la economía de mercado sin arrancar de fondo sus raíces ancestrales y mundos de vida tradicional. Los desafíos que enfrentan hoy en día, son de múltiples dimensiones, desde el racismo, la pobreza y el analfabetismo, hasta graves problemas de contaminación y salud publica.
La imposición de un modelo universal de desarrollo que atenta contra la diversidad cultural y biológica. Existe la necesidad de un nuevo paradigma frente a los límites del modelo capitalista y la crisis de civilización occidental. La necesidad de una nueva conciencia ha detonado la emergencia de nuevos actores políticos y sociales, multiplicidad de movimientos sociales con diversas reivindicaciones. No obstante, el reto que implica la creación de un nuevo paradigma es, en primera instancia la aceptación de lo antes negado por occidente, el saber indígena como una alternativa a la crisis del pensamiento moderno.
El espíritu y conciencia de los sujetos los convierte en actores, tal como observo en la resistencia de las tribus del desierto de Sonora. Se trasformaron en actores sociales a partir del movimiento reivindicativo de su identidad y territorio. “El sujeto ya no es la presciencia en nosotros de lo universal, ya se lo llame leyes de la naturaleza o sentido de la historia o creación divina. El sujeto es el llamamiento a la transformación del sí mismo en actor”[15] En America Latina, las luchas más solidarias entre sí, son las de origen indígena y campesino en oposición al modelo neoliberal. Una lucha por el derecho a ejercer su identidad, por preservar sus tradiciones ancestrales, pero también por la presencia política que represente sus intereses y reivindicaciones.
   Cómo se ha observado, el factor étnico se encuentra intrínsecamente ligado a la problemática nacional, y ha cobrado gran fuerza a partir del levantamiento armado del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en enero del 1994. Expresión del desencanto, de la incertidumbre, y del hartazgo social que representa la modernidad en su versión más letal para aquellos pueblos sumergidos en la pobreza económica. Durante siglos los diversos grupos indígenas que habitan en el territorio nacional han luchado por mantener una identidad constante respecto a otros grupos sociales.[16] Etnias y sujetos, como el espíritu humano en oposición al otro, al que lo determina, al que lo clasifica y lo estigmatiza como un obstáculo para el progreso y para el desarrollo.
En el modelo de desarrollo la hegemonía del dogmatismo científico, abre grietas al entendimiento entre las nuevas tecnologías y las necesidades humanas. La vanidosa pretensión superioridad del pensamiento científico sobre otras formas cognitivas y saberes ancestrales, ha tenido consecuencias sociales y ambientales. La crisis del modelo civilizatorio, es una crisis del pensamiento.
Cristóbal Kay señala que la resistencia a la globalización de los pueblos oprimidos, les ha otorgado una nueva visibilidad a los movimientos sociales. Las propias herramientas del desarrollo les han servido a los movimientos sociales para la difusión de su lucha y sus demandas.[17] Por otra parte Roberto Diego propone otros entendimientos del desarrollo, con un enfoque emancipador de las identidades a partir de su propia historia de lucha. Ir más allá de los enfoques interdisciplinarios, para fortalecer los principios éticos humanos. Mejorar la calidad de vida a partir del despliegue de las capacidades de los actores sociales, y la protección al medio ambiente  
El cambio de imaginarios a partir de otro tipo desarrollo que modifique las formas de integración regional, reforzar las autónomas basadas en criterios ecológicos. Reconocimiento de las múltiples formas de sustento. Políticas desde la relacionalidad entre grupos humanos, entre estos y la naturaleza. Principios de cosmovisiones relacionales. Mundos de vida que transiten hacia una nueva racionalidad armónica entre los seres humanos y la naturaleza.[18]
La transición del desarrollo al paradigma del Buen Vivir, es donde se ponen en marcha las propuestas de los movimientos de pueblos originarios, el Lekil Kuxlejal, es vivir en armonía consigo mismo ya la naturaleza. Expulsar la centralidad del lucro en las dinámicas de producción y trabajo. Entendiendo la catástrofe ambiental como resultado del lucro sobre la extracción de recursos naturales,  el buen vivir defiende los derechos de la madre tierra.
En Ecuador el Buen Vivir o  Sumak Kawsay, se puso en práctica con evidentes lastres del pasado en la continuidad de modelo extractivita de generación de capital. No obstante, la para propuesta de la descolonización epistémica, que se propone desde el buen vivir es necesario maginar una sociedad diferente, con fundamentos culturales. Un proyecto político en que se reconozca el flujo histórico del poder y de los significados. Un empuje real se la sociedad civil para desarticular paulatinamente la practica del modelo de desarrollo producto de la modernización.[19]
Para Antonio Paoli, en la Buena Vida la paz es fundamental de acuerdo a la ideales tseltales. La buena vida adquiere una dimensión sagrada, y profunda de la naturaleza humana, el silencio para generar armonía. Sin el silencio no hay paz. Las formas de integración social son de gran carga simbólica. Por ejemplo, la acción de pareja esta relacionada a la equidad de fuerzas en balance a las manifestaciones de la naturaleza. Los valores  profundos de la confianza mutua entre la pareja y las palabras de cariño para la familia son la columna vertical de las reglas de convivencia.
El reconocimiento y respeto hacia los demás y su trabajo, como un valor absoluto y universal, tan valido como la rectitud de las palabras. Para este nuevo y viejo paradigma, el hecho de reconocer la grandeza de los otros y vivir sin rencor en el corazón, es una forma no económica de desenvolvimiento pleno del humano. Reconocer errores con humildad y sabiduría rompe con el espejo de la vanidad de pensamiento moderno. El paradigma de la buena vida esta en el arreglo de cada familia.[20]

Conclusiones

Como hemos visto a los largo del ensayo, el modelo occidental de desarrollo basado en la modernización a partir de la racionalidad instrumental. El desarrollo se ha puesto en práctica como  un monolito del pensamiento que cae descalabrando formas de vida y subjetivaciones en oposición al crecimiento a partir del determinismo económico. La imposición de modelos de pensamiento y acción a partir del colonialismo y el neocolonialismo, continúan deteriorando los reductos sociales de tipo indígena y campesino, así como a los nichos ecológicos que albergan especies y culturas en vías de extinción.
          El desarrollo se ha entendido como un proceso lineal y unidireccional, que sirve a las sociedades como una formula de crecimiento económico y bienestar social. Limitando y enigmatizando el desenvolvimiento de la identidades indígenas, negando sus lenguas y con ello sus saberes más profundos. En el sobrevivir de la culturas ancestrales, también esta el vivir y resignificar el pasado. Gustavo Esteva plantea a la dignidad de los pueblos como algo permanente y creciente en las sociedades oprimidas.[21]      
Cristóbal Kay, señala que la producción de nuevos significados esta íntimamente las capacidades creativas de los sujetos sociales como actores de cambio. [22] En el caso de los Comcaac, su inserción forzada a los mecanismos de desarrollo y modernidad, estuvieron llenos de adaptaciones y resignificaciones que resultaron ser formas absolutamente creativas de vivir los cambios. Por lo tanto el paradigma del Buen Vivir más allá de resultar una utopia posmoderna, puede encontrar dentro de sus sinergias sociales, la capacidad de resignificar y resimbolizar creativamente el concepto de desarrollo a partir de los empoderamientos y valores familiares y locales.  




















Bibliografía


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[1] Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, Edición digital, http://rae.es/
[2] Touraine, Alain, "El sujeto. Retorno a la modernidad", en Crítica a la modernidad, Fondo de Cultura Económica, 1994, Pág. 205.
[3] Villoro, Luis, “Características del pensamiento moderno” en El pensamiento Moderno. Filosofía del renacimiento, México, FCE, 1992. pp. 84-91.
[4] Lander, Edgar ,“América Latina: historia, identidad, tecnología y futuras alternativas posibles”; en El límite de la civilización industrial, Nueva Sociedad, Caracas, 1995, pp. 99-133
[5]Quintero, Pablo, “Desarrollo, modernidad y colonialidad”, en Revista de antropología experimental, número 13, 2013, pp. 67-83.



[6] Quintero, Pablo, Ob.cit.
[7]Escobar, Arturo  “Una minga para el posdesarrollo” en ALAI, América Latina en movimiento: la agonía de un mito: ¿Cómo reformular el desarrollo?, Agencia Latinoamericana de Información, Quito, 2009, pp. 1-5.

[8] Esteva Gustavo, “Más allá del desarrollo: la buena vida”, en ALAI, América Latina en movimiento: la agonía de un mito: ¿Cómo reformular el desarrollo?,  Agencia Latinoamericana de Información, Quito, 2009, pp. 26-30.
[9] Viola, Andreu, “La crisis del desarrollismo y el surgimiento de la antropología del desarrollo”, en Andreu Viola (coord.), Antropología del desarrollo: teoría y estudios etnográficos en América Latina, Editorial Paidos, Buenos Aires, 2000, pp. 9-53

[10] Lander, Edgar, Ob.cit.
[11] Elizondo, Domingo, “Noticia de la expedición militar contra los rebeldes Seris y Pimas del Cerro Prieto, Sonora, 1767-1771”, México, UNAM, 1999, pp. 12-20.
[13] Kay, Cristóbal, “Enfoques sobre el desarrollo rural en América Latina y Europa desde mediados del siglo XX”, en La enseñanza del desarrollo rural. Enfoques y perspectivas, Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Estudios Ambientales y Rurales, Colombia, 2007, pp. 49-111.


[14] “Son campesinos los que viven del bosque o de la pesca, quienes recolectan candelilla, quienes cosechan miel, quienes destilan mezcal artesanal, quienes pastorean cabras o borregos, quienes ordeñan vacas y crían becerros… Porque los mundos campesinos son sociedades en miniatura donde hay división del trabajo, de modo que para formar parte de ellas no se necesita cultivar la tierra, también se puede ser un pequeño comerciante, matancero, fondera, mecánico de talachas, partera, pulquero, operador del café Internet, maestro, cura, empleado de la alcaldía…”  Bartra, Armando, “Campesindios. Aproximaciones a los campesinos de un continente colonizado”, en Boletín de Antropología Americana no. 44, IPGH, Argentina, enero-diciembre, 2008, pp.5-23

[15] Touraine, Alain, "El sujeto. Retorno a la modernidad", en Crítica a la modernidad, Fondo de Cultura Económica, 1994, pp. 201-230.

[16] Díaz Polanco, Héctor, “Etnia, clase y cuestión nacional”, en Cuadernos Políticos No. 30, Ed. ERA, México, octubre-diciembre, 1981, pp. 53-65
[17] Kay, Cristóbal, “Enfoques sobre el desarrollo rural en América Latina y Europa desde mediados del siglo XX”, en La enseñanza del desarrollo rural. Enfoques y perspectivas, Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Estudios Ambientales y Rurales, Colombia, 2007, pp. 49-111.

[18] Diego, Roberto “Del desarrollo al buen vivir; a debate”, en Federico Novelo (coord.), El retorno del desarrollo, UAM, México, D.F., 2012, pp.501.526.
[19] Escobar, Arturo  “Una minga para el posdesarrollo” en ALAI, América Latina en movimiento: la agonía de un mito: ¿Cómo reformular el desarrollo?, Agencia Latinoamericana de Información, Quito, 2009, pp. 1-5.


[20] Paoli, Antonio, “Lekil kuxlejal”, en Paoli Antonio, Educación, autonomía y Lekil kuxlejal: aproximaciones sociolingüísticas a la sabiduría de los tzeltales, México, UAM-X, 2003, pp 71-84
[21] Esteva Gustavo, “Más allá del desarrollo: la buena vida”, en ALAI, América Latina en movimiento: la agonía de un mito: ¿Cómo reformular el desarrollo?,  Agencia Latinoamericana de Información, Quito, 2009, pp. 26-30.

[22] Kay, Cristóbal, “Enfoques sobre el desarrollo rural en América Latina y Europa desde mediados del siglo XX”, en La enseñanza del desarrollo rural. Enfoques y perspectivas, Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Estudios Ambientales y Rurales, Colombia, 2007, pp. 49-111.






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